19 de diciembre de 2011

Un espejo: De Colombia a México

El otro es mirada y es reflejo.

Casi para concluir el año se nos ocurre que aunque nuestras realidades sean distintas a las que se viven allende las llanuras, hay eventos, reflexiones, cuestionamientos que se pueden parecer a lo nuestro, reflejos de nuestras propias inquietudes.

Queremos por ello recurrir a voces que salieron de otro lado en otro tiempo, para pensar sobre lo que nos ocurre en nuestro aquí y ahora. Volvemos la mirada de nuevo hacia Colombia, como hace dos semanas, e invitamos a Gonzalo Arango y a Alonso Salazar, a Jesús Martín Barbero y a Omar Rincón, y con sus textos, sus poemas, sus análisis, sus opiniones, queremos empezar a trazar un mosaico que nos hable también de nosotros.

Ahí va.

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Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña: ¿no habrá manera de que Colombia, en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir?
Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una desgracia: Desquite resucitará, y la tierra se volverá a regar de sangre, dolor y lágrimas.
Gonzalo Arango. Elegía a Desquite. (1)


Lo narco no es solo un tráfico o un negocio; es también una estética, que cruza y se imbrica con la cultura y la historia de Colombia y que hoy se manifiesta en la música, en la televisión, en el lenguaje y en la arquitectura. Hay una narcoestética ostentosa, exagerada, grandilocuente, de autos caros, siliconas y fincas, en la que las mujeres hermosas se mezclan con la virgen y con la madre. A lo mejor, argumenta el artículo, la narcoestética es el gusto colombiano
y también el de las culturas populares del mundo. No es mal gusto, es otra estética, común entre las comunidades desposeídas que se asoman a la modernidad y solo han encontrado en el dinero la posibilidad de existir en el mundo.
Omar Rincón. Narco.estética y narco.cultura en Narco.lombia (2)


Se han hecho celebres los entierros de algunos fuertes de bandas, donde se mezcla la tristeza y el carnaval. Como el del Flaco, a quien los compañeros tuvieron cuatro días en velación, tomando aguardiente, soplando y oyendo la música que a él le gustaba. Lo pasearon por las esquinas de su barrio y le pusieron salsa en la misa (...) En una zona de la ciudad se adoptó por un tiempo la costumbre de sentar el cadáver dentro del ataúd y tomarse una fotografia con él.
Alonso Salazar. No nacimos pa' semilla. (3)


Me llama mucho la atención que, en No nacimos pa’semilla, Alonso Salazar arriesgue una hipótesis cultural más que política o socioeconómica para entender qué está pasando en las comunas: afirma que la cultura de esas bandas es la mezcla de tres culturas: la del mito paisa, la maleva –que se mezcló en las últimas generaciones con la de la salsa– y la cultura de la modernización. El mito paisa habría puesto el sentido de lucro, la religiosidad y el sentido de la retaliación. La cultura maleva los valores del varón, del macho que no se arruga. A su vez, esa cultura maleva, si bien es una cultura ascética, se mezcló en estos últimos años con la cultura del goce y del cuerpo que provenía de la cultura caribeña de la salsa, y ambas se han mezclado con una cultura de la modernidad que se define nítida y lúcida- mente en estos tres rasgos: en el sentido de lo efímero, el consumo y el lenguaje visual.
Jesús Martín-Barbero. Dinámicas urbanas de cultura. (4)


Yo ya tengo 13 muertos encima, 13 a los que yo les he dado, porque cuando voy en gallada no cuento esos muertos como míos. Si me muero ya, me muero con amor. Al fin de cuentas la muerte es el negocio (...)
Cuando voy a dispararle a una persona, lo unico que pienso: de malas que se encontró conmigo. Uno ya está enseñado.
Alonso Salazar. No nacimos pa' semilla. (5)


Nada que Dios no sepa: que los hombres no matan porque nacieron asesinos, sino que son asesinos porque la sociedad en que nacieron les negó el derecho a ser hombres.
Menos mal que Desquite no irá al Infierno, pues él ya pagó sus culpas en el infierno sin esperanzas de su patria.
Pero tampoco irá al Cielo porque su ideal de salvación fue inhumano, y descargó sus odios eligiendo las víctimas entre inocentes.
Entonces, ¿adónde irá Desquite?
Gonzalo Arango. Elegía a Desquite. (6)


Esta mezcla del relato largo con la gramática visual de la fragmentación es un buen señalamiento de pista para estudiar cómo las anacronías de la telenovela no son tanto anacronías como formas expresivas de los destiempos culturales a través de los cuales se constituye y se realiza la modernidad en América Latina. Las telenovelas colombianas muestran que en ellas está en juego no un mero fenómeno de manipulación de las industrias culturales, sino la pregunta de por qué esos relatos que hablan de la desdicha le dan a la gente tanta felicidad, por qué les gustan tanto, y si ese gusto es el último estadio de la perversión humana o es la expresión de otros gustos. ¿Cómo se incorporan a la modernidad esos destiempos, esas fragmentaciones, esas discontinuidades históricas, en que luchan las diversas memorias?
Jesús Martín-Barbero. Dinámicas urbanas de cultura. (7)


La sicaresca se lee con la fascinación que otorga la juventud del margen que juega al peligro y puede llegar a matarnos. ¡El goce de eso que creemos no somos! Para quedar claros, la sicaresca es la estética del joven, es una épica del éxito rápido, vivir a millón y morir joven. Otra cosa es la narco.estética, que es la expresión de los patrones, que es el gusto socializado en los adultos, que es la marca Colombia más actual.
Omar Rincón. Narco.estética y narco.cultura en Narco.lombia(8)


Hijo, consigue plata honradamente, y si no puedes, entonces consigue plata.
Alonso Salazar. No nacimos pa' semilla. (9)


El escritor y periodista más escuchado en la actualidad, Gustavo Álvarez Gardeazábal, escribió en 1995 en la revista Número que «el narcotráfico era una revolución cultural» que requería «el Napoleón que la consolidara (...) quien pusiera orden (...) y legitimara el cambio de valores, ese cambio de la moral del pecado por la moral del dinero». Y llegó Uribe y lo hizo mejor, porque juntó la moral del pecado con la moral del dinero, ideología confusión. Él es la moral, él y sus valores son la verdad por encima de toda ley y Constitución. El dinero no le preocupa, para eso están sus hijos y sus colaboradores, los nuevos millonarios en Colombia.
Omar Rincón. Narco.estética y narco.cultura en Narco.lombia(10)


La filosofía, las historias, los personajes de lo narco se cantan. Filosofía que celebra un destino trágico por ser hijos de la injusticia social y la pobreza, la corrupción política y el desprecio de los ricos, la falta de padres y el querer a las mujeres, el orgullo patrio y la culpa de eeuu. Las historias son las mismas que cuentan los periódicos, pero en su otra versión como héroes, valientes y leales; como seres nacidos del pueblo y luchadores por el pueblo; como robin hoods que dan lo que la ley y el gobierno quitan. Las historias comienzan contando el cultivo, el proceso de preparación, la exportación, la celebración de la burla a las autoridades y, sobre todo, cómo se vive con dinero y para qué se usa: mujeres, carros, armas y alcohol.
Omar Rincón. Narco.estética y narco.cultura en Narco.lombia(11)


Cuando uno está en condición tiene amigos a granel, pero si el destino cruel hacia un abismo nos tira, verás que todo es mentira y que no hay amigo fiel. Es que no importa moririse, al fin uno no nació pa' semilla. Pero morirse de una, para no tener que sentir tanta miseria y tanta soledad.
Alonso Salazar. No nacimos pa' semilla. (12)



(1) Arango, Gonzalo. "Elegía a Desquite" en Obra negra. Plaza & Janés, Bogotá, 1993.
(2) Rincón, Omar. "Narco.estética y narco.cultura en Narco.lombia" en Nueva Sociedad No. 222, julio-agosto de 2009.
(3) Salazar, Alonso. No nacimos pa' semilla. CINEP, Bogotá 1990.
(4) Martín-Barbero, Jesús. "Dinámicas urbanas de cultura" en Gaceta No. 12, Colcultura, Bogotá, 1992.
(5) Salazar, Alonso. Ibidem.
(6) Arango, Gonzalo. Ibidem.
(7) Martín-Barbero, Jesús. Ibidem.
(8) Rincón, Omar. Ibidem.
(9) Salazar, Alonso. Ibidem.
(10) Rincón, Omar. Ibid.
(11) Op cit.
(12) Salazar, Alonso. Ibid.

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