16 de julio de 2012

Recuperemos memoria: EL TLCAN Y LA POLÍTICA SALINISTA II

Esta semana continuamos con la publicación del texto de Irene Álvarez Rodríguez "¿La salida del laberinto? El TLCAN y la política salinista".

Recordemos: los procesos que se iniciaron en 1988 con la llegada de Carlos Salinas de Gortari se presentan el día de hoy como sombra larga que cubre al aparente vencedor de las recientes elecciones. 

Recuperemos memoria.
___________________________________________________________________
¿LA SALIDA DEL LABERINTO? EL TLCAN Y LA POLÍTICA SALINISTA
(Segunda de cinco partes)
Irene Álvarez R.



III. BREVE RECUENTO DEL SEXENIO SALINISTA

Desde la perspectiva salinista, el TLCAN atraería inversión extranjera, crearía nuevos trabajos y estimularía la economía mexicana. La idea era dinamizar a la economía a través de la exportación de insumos manufacturados y estimular la inversión privada en el país. Parecía la solución perfecta para un país que ansiaba crecimiento sostenido a largo plazo [Blecker, 2010: 2].

Hay que recordar que al iniciar el sexenio Carlos Salinas se había encontrado con un país hecho trizas. La deuda externa adquirida en mandatos previos, con los ex-presidentes José López Portillo y Miguel de la Madrid, era impagable. Los periodos de crisis –producidos por la caída de los precios del petróleo en 1981 y el incremento de las tasas de interés estadounidenses que propiciaron la crisis de 1982-83, la falta de descubrimientos de nuevos yacimientos de oro negro— habían provocado severas devaluaciones, la expropiación del sistema bancario llevada a cabo por López Portillo con el fin de suspender el pago de los préstamos previamente adquiridos habían provocado una fuga de capitales, altas tasas de desempleo, así como una decaída en la inversión y productividad [Maurer, 2006: 6] (1).

Tal y como señalan Héctor Aguilar Camín y Lorenzo Meyer, para finales de la década de los ochenta la desigualdad económica y la concentración de la riqueza se habían acentuado de manera notabilísima:

[e]n una población de 85 millones de habitantes, casi la mitad, unos cuarenta millones, sobrevivía con ingresos a dos salarios mínimos (unos 200 dólares) y sólo una veinteava parte, unos cuatro millones y medio de personas, vivía con ingresos superiores a veinte salarios mínimos (arriba de 4 mil dólares al mes [Aguilar, 1992: 272].


Al iniciar su sexenio, una de las primeras cosas que realizó Carlos Salinas fue la renegociación de la deuda externa. Era urgente contar con recursos que permitieran un desahogo en el presupuesto nacional, igualmente se hacía indispensable reparar los daños provocados por los colapsos económicos de los años ochenta. La negociación entre bancos internacionales privados y el gobierno mexicano era tensa y no se llegó a un acuerdo hasta el año de 1990. Gracias al apoyo del gobierno estadounidense, el acuerdo se logró: consistía en dejar el total de la deuda intacto, pero hacer de los pagos anuales algo más manejable [Maurer, 2006 :9].(2)

Otra de las acciones realizadas fue la emisión del Plan Nacional de Desarrollo 1989-1994. Muy vinculado con la visión de Miguel de la Madrid, buscaba alejarse del modelo corporativista y autoritario que había caracterizado la política mexicana por más de cuarenta años; reemplazar un modelo de crecimiento hacia adentro por un "reconocimiento a los procesos mundiales de integración y de las condiciones necesarias para un crecimiento orientado hacia fuera, capaz de insertarse en forma competitiva en las corrientes de la economía mundial" [Aguillar, 1992: 289]. Se trataba pues de dejar atrás la soledad del laberinto posrevolucionario, dar la espalda a una identidad gregaria y oculta, para integrarse a un mundo que, desde una perspectiva economicista, daba la impresión de globalizarse al compartir un esquema político y económico de carácter neoliberal.

Una más de las maniobras consistió en intentar atraer mayor inversión extranjera a partir de continuar con la privatización de empresas paraestatales –proceso que había iniciado con Miguel de la Madrid: para inicios del sexenio de Carlos Salinas el adelgazamiento del Estado comienza a ser una realidad consistente. Considerando, y de acuerdo con Miguel Ángel Mendoza [2000: 172], que la participación del gobierno y el sector privado puede medirse en relación a la proporción de sus inversiones sobre la producción tenemos que, pasada la crisis de final de sexenio de Miguel de la Madrid, el volumen de la inversión privada tiende a incrementarse –hasta el año de 1994, el último del mandato de Carlos Salinas—, mientras que la inversiones estatales disminuyen.

La opacidad del papel estatal refiere a la estrategia salinista: la cual optaba por atraer grandes cantidades de capital, que ayudarían a reducir la carga de la deuda y que se invertirían a su vez en empresas productivas. "La clave del esquema estaba en ofrecer estabilidad monetaria e incentivos económicos como mano de obra barata y acceso a los mercados" [Centeno, 1997: 3].

Dentro de este proyecto el TLCAN aparece sobre todo como promesa, como optimismo. El tratado ofrece, ya veremos si real o virtualmente, acceso al consumidor más rico del mundo. De ese modo, las ventajas del acuerdo comercial parecen estar en la posibilidad de aumentar las exportaciones hechas a Estados Unidos y Canadá; y también, en la idea de atraer inversión extranjera, crear trabajos y estimular la economía mexicana [Blecker, 2010: 2].

Quiero pensar que, a raíz de lo expuesto anteriormente, es posible ver que el TLCAN nace en dentro una política gubernamental que opta por abrir la economía al mercado mundial y espera reciprocidad. También es importante reconocer las diferencias –más o menos radicales— que implica respecto al modelo político y económico que imperó durante el largo régimen priísta –que empieza a decaer en el sexenio de López Portillo—, el cual ha sido tantas veces asociado con un modelo proteccionista, antiexportador, autoritario, paternalista y poco competitivo. 
(CONTINÚA EN LA SIGUIENTE ENTREGA)

NOTAS
(1) Resulta interesante observar cómo el intervencionismo estatal que había apoyado y protegido a la clase empresarial mexicana toma un nuevo posicionamiento; la nacionalización de la banca provoca que el sector privado deje de apoyar al partido oficial y opte por una postura de liberalización de los mercados y empequeñecimiento del Estado. [Blecker, 2010: 7].
(2) "El lanzamiento del llamado Plan Brady del gobierno norteamericano […], cobijó la iniciativa mexicana al establecer la necesidad de que los bancos aceptaran acuerdos voluntarios de reducción de las deudas con los países deudores" [Aguilar, 1992: 288].

No hay comentarios: